Estamos en el centro de la conmoción emocional causada
por los atentados de París del pasado viernes. Demasiada emoción; demasiado en
caliente, y quizás las opiniones y reacciones no sean las más adecuadas. Soy
plenamente consciente que este artículo no va a satisfacer a todo el que lo
lea. A algunos porque sus ideas sean muy distintas a las mías; pero
posiblemente incluso a algunos por el simple hecho de que mis palabras no sean
lo suficientemente claras para que mi forma de pensar sea comprendida tal como
es en mi realidad interior.
Espero y confío en expresarme lo más correctamente
posible y -a aquellos que tengan una
forma diferente de pensar- simplemente
les pido que sepan comprender que en la discrepancia de ideas y en la admisión
del propio hecho de la discrepancia en sí está la clave del entendimiento entre
las personas y la posible construcción de un mundo mejor
Cuando comencé mis estudios de Derecho, en una
Universidad jesuítica, la pena de muerte estaba vigente en el ordenamiento
jurídico español; y yo, con mis 18 años y empapándome de
los principios del Derecho Natural, no tuve la más mínima duda de que estaba
absolutamente en contra de la pena de muerte.
Al cabo de varios años, y en plena barbarie de los terroristas
de ETA, un pensamiento se hizo presente en mi forma de ver la vida: Somos seres
humanos que vivimos “en sociedad”, por tanto, cualquier norma jurídica debemos
entenderla como instrumento para que esa sociedad de seres humanos funcione
adecuadamente. Entonces, ¿por qué no admitir que si un miembro de esa sociedad
ataca a la misma, poniendo en peligro la supervivencia de la sociedad como tal,
esta sociedad tenga el derecho de “autodefensa” acabando con este individuo, al
igual que se extirpa un tumor maligno de un cuerpo al que se quiere salvar?
Hace dos días escuché que con motivo de los atentados del
pasado Enero a Charlie Hebdo se preguntó a varios estudiantes de Derecho de una
universidad en Francia qué consideraban qué tenía preferencia: la seguridad o
los derechos humanos; y parece ser que eran mayoría los que admitían que la
seguridad hay que anteponerla a los derechos humanos
Desde los atentados del 11 S (hace ya 14 años) hemos asistido a una continuada implantación
de “medidas de seguridad” que lo que sin duda sí han producido es una clara
disminución de las libertades individuales en varios aspectos que no voy ahora
a enumerar pero que sí creo puede afirmarse que parece ser no están dando el
fruto que se perseguía: evitar nuevos atentados.
¿Y cuál puede ser el derrotero que siga este tema?, pues
me temo que el clásico de que “paguen justos por pecadores”. Y en este artículo voy a tratar de expresar
quiénes son –en mi opinión- los justos
que van a pagar, y los pecadores que parece que nunca pagan.
No quiero adoctrinar nada ni a nadie. No quiero llevar a la hoguera a nadie en
concreto. Simplemente quiero aportar mi granito de arena, mi toma de
consciencia y responsabilidad social, exponiendo lo que pienso y lo que siento.
En cierto grado me siento reconfortado de ir leyendo y escuchando -en personas
de variada filosofía y condiciones profesionales y políticas- opiniones semejantes a las que yo quiero
exponer en este artículo; y ello me anima a sumar a ellos mi voz en el pequeño
entorno de las amistades y lectores de mi Blog a los que pueda llegar
¿Quiénes van a ser los “justos” que van a pagar por estos
atentados? Van a ser tres grupos de personas:
*.- Los primeros, “los
musulmanes” en general. Esos millones de seres humanos cuya única
diferenciación con nosotros es que su religión no es el cristianismo oficial de
occidente. Millones de personas de todas las razas del mundo, y en todos los
países, que simplemente tienen algunas creencias y costumbres distintas a las
nuestras, pero que no son ¡¡en absoluto!! terroristas ni asesinos.
*.- Los segundos, son
esos millones de personas que huyen de Siria y otros países asolados por la
guerra. Personas que han sufrido en su propio país los mismos ataques de esos
yihadistas y además de sus propios gobernantes; personas que han visto como sus
casa han sido convertidas en polvo; ciudades enteras desaparecidas del mapa; y
todas sus pertenencias. Pueblos que han sufrido cientos de miles de muertos y
que han salido a través del desierto y caminos interminables de pesares
simplemente para salvar su vida.
Esta es toda su maldad, todo su peligro. Estos millones
de mujeres y niños no son asesinos, ni terroristas. Son simplemente gente
desafortunada a la que nosotros vemos a través de nuestra TV, sentados en el
diván de nuestras casas.
Ayer se encontró un pasaporte sirio en el lugar de los
atentados. No ha habido ninguna confirmación oficial de que pertenezca a ningún
terrorista y, por el contrario, de momento lo que sí ha habido es un comunicado
de que no consta en ninguno de los registros de entrada de los actuales
movimientos de refugiados. Pero ya se oyeron voces reclamando el cierre
definitivo de las fronteras y la expulsión de toda esta gente de toda Europa
Siria fue el país refugio de centenares de miles de
refugiados que huían de las guerras de Irak y del Líbano; y su reacción no fue otra
nada más que las de abrir sus casas de par en par para que esas personas que
huían del terror y la muerte pudieran sobrevivir.
Hoy en día, más de cuatro millones de sirios vagan por el
mundo en busca de ayuda. Cientos de miles en campos de refugiados donde no les
queda más futuro que despertarse cada día, comer y volver a esperar la noche; y
así, un día tras otro hasta que mueran o el resto de los países se decidan a
encontrar una verdadera solución para que puedan retornar a su patria. Y algo
parecido, o peor incluso, en el resto repartidos por Jordania (en Ammán un 25%de
la población son refugiados sirios; Turquía, más de 2 M;….) y ahora vagando y
muriendo en su travesía hacia Europa, donde llevamos ya meses discutiendo cómo
admitir a menos de un 0,8% de nuestra población
*.- Y, los terceros, seremos todo el conjunto de personas
que, en España y otros países, luchamos y votamos por ideas, movimientos y
partidos que apoyen, propugnen y defiendan los derechos de libertad e igualdad,
y crean que la justicia social y el bien común debe estar por encima de cualquier
objetivo político-económico.
Y, en
las circunstancias actuales, todos sabemos que los partidos de ultra derecha se
aprovechan del miedo y la zozobra para proclamar a los cuatro vientos la necesidad
de más y más medidas de mano dura e intransigencia.
Soy plenamente consciente de que el terrorismo yihadista
es un problema muy, muy grave y que no se resuelve de cualquier forma ni en
cuatro días. Y me proclamo absolutamente a favor de que a los terroristas que
se identifique o que se logre capturar se les apliquen normas de ejecución
inmediata. Lo digo bien claro. E incluso creo que es imprescindible una acción
militar directa para acabar con sus bases de armas y campos de reclutamiento y
entrenamiento de nuevos terroristas.
Pero ¡¡ojo!!, esto ya se
ha hecho en Afganistán, ilegalmente en Irak, y en otros sitios y momentos con
diferentes grados, y parece ser que no se ha logrado acabar con la situación. Y
¿por qué? Porque para solucionar una situación de este tipo solo hay un camino;
un camino único y muy claro:
1º.- Diagnosticar correctamente en qué consiste el
problema
2º.- Diagnosticar correctamente quién origina el problema
3º.- Tener voluntad inamovible de solucionar el problema
4º.- Aplicar la solución inmediata correcta
5º.-
Aplicar los adecuados procedimientos de consolidación
Sigamos con la imagen
médica del enfermo de cáncer que antes puse como ejemplo: Para que esta persona
recobre la salud, para que vuelva a ser una persona sana, los pasos a dar
serían:
1º.- Diagnosticar correctamente cuál
es el tipo de cáncer que tiene, en qué grado está, y cómo está afectado el
resto del organismo de esa persona
2º.- En segundo lugar se valoraría
su posible evolución, y las alternativas de intervención y proceso de curación
con medicinas, radioterapia, quimioterapia, etc….
3º.- En tercer lugar se determinaría
el equipo médico que se va a hacer cargo de la intervención y resto del proceso
4º.- Luego se procedería a la
intervención y postoperatorio
5º.- Y finalmente se
harían las periódicas revisiones y seguimiento con la aplicación del régimen
sanitario que correspondiera a la evolución concreta de esa persona
¿Y cuál es el “gran secreto”, el “milagro” de ese
procedimiento?, pues algo tan sencillo como lo siguiente:
a)
Se trabaja en equipo
b)
Un equipo de
profesionales con un único objetivo común
c)
Se cuenta con el enfermo
Yo creo que esta imagen, este paralelismo, es
suficientemente válido; pero creo que lo más importante de ello no es fijarnos
y detenernos tanto en cada uno de los cinco puntos (¡¡que también!!) sino en
admitir que lo fundamental es que creamos en ese marco global y completo que
comienza con un diagnóstico adecuado y acaba con una acción continuada, durante
largo tiempo, de apoyo al ser enfermo hasta su total recuperación.
Y ¿por qué digo esto?; ¿por qué quiero dar tanta
importancia a este planteamiento? Porque estoy convencido que el error del
diagnóstico y el abandono antes de tiempo ha sido, y es, lo que viene
prolongando y acrecentando la amenaza del terrorismo yihadista. Creo que
mientras sigamos “diagnosticando” y arengando que el origen de todo es una
guerra de religiones, una guerra entre musulmanes y la cultura occidental, lo
único que creo vamos a conseguir es el crecimiento de la espiral temor-odio,
porque ese no es la verdadera razón y sustento de los terroristas.
Y el otro
gravísimo error es “abandonar” al enfermo intervenido a medias de su proceso,
como ha pasado en las citadas intervenciones en Afganistán e Irak antes
citadas, abandono que se produce -en mi opinión y siguiendo el símil médico
anterior- porque el “objetivo” de esas intervenciones no era la “salud
posterior de un pueblo”, sino intereses concretos, momentáneos, y hasta espurios
de quienes ordenaron esas acciones
Pero esos dos -en mi
opinión- gravísimos fallos se producen porque
la realidad es que las verdaderas causas de la existencia de ese terrorismo es
el capitalismo injusto y sin valores. Tanto para y desde la perspectiva “occidental”,
como para y desde la perspectiva árabe, rusa, asiática o africana.
No hay un valor más “valorado”, un Dios más adorado, que
el poder del dinero, y el dinero del poder. En el fondo, en la realidad, Occidente
se mueve únicamente por razones estratégicas económicas y las grandes compañías
y lobbies de poder que manejan todos los hilos y que dominan todas las
decisiones políticas en virtud de esos parámetros.
Junto a ello, y bien juntos, están los detentadores del
"im-puro" poder, del poder del propio dinero y de sus armas; poder de las drogas, de
la prostitución y del tráfico de armas. Estos grupos (¡¡¡todas las películas
reflejan la realidad más pronto o más tarde, y todas las películas incrementan
las imitaciones!!) luchan por sí mismos, para sí mismos. Son sus propios
dioses, y luchan para sentirse que dominan a todos los demás, sean gobiernos, países,
religiones, o lo que sea. Estos grupos controlan y mueven miles de millones
para hacer lo que quieran, donde quieran, cuando quieran. Estos grupos son los
más beneficiados de la creación y existencia de los grupos terroristas, a los
que financian y de los que se sirven.
Acabar con el terrorismo sería acabar con estos grupos; ….¡¡todos
súper conocidos, fichados y localizados!!!
En tercer lugar nos encontramos con los egos de los
políticos. Egos personales y patrióticos. Egos que nos lleva a que cada
dirigente de cada país piense mucho más -casi exclusivamente- en su propio país, e incluso en sí mismo, que
en lograr encontrar la mejor alternativa conjunta. La foto de las Azores es uno
de los mejores ejemplos de ello. La actuación de Putin-Rusia en Siria es otro
ejemplo. E incluso “la foto” de una firma de protocolo de acuerdo anti-terrorista
propiciado por el PP y el PSOE a unas semanas de las votaciones es otro ejemplo.
Desconozco el contenido de este acuerdo “firmado y filmado”, pero ¿es que es
necesario firmar y filmar algo para pensar y acordar lo más conveniente para el
conjunto de los españoles en este tema?
Que hay que acabar con los terroristas yihadistas, ¡¡por
supuesto!!. Que no son más que unos viles asesinos, ¡¡por supuesto!! Que hay
que tomar ciertas medidas de precaución, ¡¡por supuesto!!. Que incluso puede
ser conveniente acciones armadas determinantes, ¡¡por supuesto!!, Pero ¡¡por
encima de todo esto!! Tres principios
fundamentales:
* No condenar a quienes son las victimas “vivas” de esos
terroristas
* No utilizar la situación para acabar con principios de
libertad e igualdad
* Acabar realmente con la causa de todo : el poder injusto
e ilícito del dinero
Esta es mi forma de pensar; esta es mi forma de
compromiso personal. Esta es mi forma de solidarizarme con las víctimas,
muertas y vivas, de esta situación
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