<<Algunos pensarán que los políticos no saben lo
que hacen; que “no tienen ni idea”. Los pensadores (politólogos, sociólogos y
filósofos) tratan de explicar porqué suceden las cosas, o qué cosas pueden
suceder. Y las personas de a pié saben muy bien lo que hacen; aunque quizás no
sea muy lógico por qué lo hacen>>.
Esta frase (más o menos con estas palabras), de un
habitual contertulio televisivo, podría ser considerada como muy acertada por
muchas personas; y a la vez absolutamente falsa para otras. Y creo que ambas
opiniones estarían en lo cierto. ¿Y por qué lo creo así?, porque el cúmulo de
datos, situaciones, valoraciones y reacciones que nos bombardea cada día es de
tal magnitud y complejidad que a cualquiera que le pidas una opinión en un
momento dado, sobre algo concreto, al cabo de unas horas o un par de días ese
hecho o suceso adquiere una nueva dimensión.
La corrupción, o mejor dicho: la valoración social de la
corrupción empezó sin duda con un primer caso saliendo a la luz y llegando a
los tribunales. Cada caso concreto propiciaba una valoración y condena (o
disculpa) por parte de los diferentes ámbitos políticos, sociales, o populares.
La proliferación de casos abarcando cada día a más personas, ámbitos, y
volúmenes y entramados, nos propiciaron poco a poco valoraciones distintas, no
ya solo de las personas directamente implicadas sino de los partidos e
instituciones que los amparaban; y de ahí a pensar por el pueblo de a pié que
todos los políticos y todo el que ostenta poder (banqueros, promotores, etc…)
es un corrupto; o a decir por parte del Sr. Montoro (como mero ejemplo) que la
corrupción está en la propia naturaleza del ser humano.
Junto a los efectos que este estado de corrupción ha ido
generando en el interior de las clases sociales, se unió el fenómeno de la tan
cacareada “crisis” con referencia a la cual se ha aprovechado para desmantelar
cualquier estado de bienestar de las clases medias y más humildes, y permitir a
los ricos y poderosos volver a sentir el orgullo de “ser distintos” ….a esos
pobretones que –como proclamó “doña” Esperanza Aguirre- hay que esconder de la
calle para que no den mala imagen de Madrid. Supongo que prefiriendo la imagen “alegre
y dicharachera” de una Presidenta del PP en Madrid haciendo carreritas por las
calles con los polis que simplemente intentaban hacer su trabajo.
La economía española va de puta madre: crece el PIB al
máximo de la CEE; la Prima de Riesgo está a niveles mínimos, y hasta crece
numéricamente el número de nuevos empleos y disminuyen los parados. Viva Jauja,
para el Gobierno, para las empresas, y para los economistas teóricos. Los de a
pié, esos miles y miles de personas que han tenido que volver a sus países porque
aquí ya no encuentran trabajo; los miles y miles de jóvenes que han tenido que
emigrar a otros países de Europa en busca de su supervivencia profesional; y
los miles y miles de personas de más de 45-50 años que ya se han borrado de las
listas del paro porque ya no pueden soportar no encontrar la más mínima
posibilidad de volver a encontrar trabajo; para esos, no es Jauja, aunque sean
los que determinan en gran medida “el descenso del número de parados”
Ni es Jauja para los “nuevos trabajos”; esos varios
cientos de miles de nuevos contratos (¡¡y es verdad!!) a tiempo parcial, en
niveles de sueldo de auténtica pobreza, y con absoluta inmunidad por parte de
los contratadores en cuanto al cumplimiento de horarios, horas extra y demás
condiciones laborales. Dicen los gobernantes que sin duda que esas personas
prefieren trabajar que estar en el paro (y sin ingreso alguno); evidentemente
que lo prefieren, pero lo que es vergonzoso es que hayamos llegado a esa
situación, porque lo que desea cualquier persona de a pié es poder tener un
contrato de trabajo “digno” que le proporciones
“seguridad” de poder comer cada día, hoy y mañana, y de poder tener una
casa, salud y escuela para sus hijos. Y esto hoy, en las actuales circunstancias
no lo están teniendo.
¿Qué pasa ante todo esto?, lo primero de todo el
nacimiento y crecimiento de los “indignados”; los que quieren rebelarse contra
tanta injusticia. A continuación, surge y crece el número de los “hastiados”;
que son aquellas personas que han transformado sus “emociones” (bruscas y
fuertes de los indignados) por “estados de ánimo” profundos que les llevan a
enfoques a más largo plazo. Este sería el paso del “15 M” a Podemos. Y ambos en el ámbito de los “de a
pié”
Por otra parte se encuentran los que valoran la situación
no tanto en el plano diario de la economía o del trabajo (porque probablemente
están en un plano de suficiencia en ambas cuestiones), sino que se sienten
auténticos defensores de la ética y de la justicia. Este grupo sería el que
valora la situación con una fuerte convicción de que “hay que cambiar las cosas”,
pero sienten igual seguridad y decisión en evitar “ser engañados”. Son el grupo
de las personas “dispuestas a todo” siempre que les convenzan con razones y
actitudes; y, por ello, la más mínima mácula o duda en personas o proyectos de
cambio los echan para atrás. Son los que podríamos encuadrar como “creadores”;
personas que quieren algo nuevo, bueno, bonito y convincente
Y, finalmente, está el grupo de los “poltroneros” que
solo miran a su ombligo, a su poltrona y a su bolsillo; y desprecian a todos
los demás porque no son capaces de valorar sus ideas ni, en consecuencia, sus
personas, ya que el miedo a perder lo que tienen, lo que les hace “distintos y
superiores”, es su único objetivo.
Y, como todo en esta vida, ni todo es blanco o negro, y a
lo mejor también hay una gama grande de variados grises. Ahora que estamos tan
metidos en la tecnología de Windows, me viene la imagen de los “4 colores” que
maneja esta tecnología, tanto en pantallas como en impresoras. Sin estos cuatro
colores diferentes no sería posible la realidad actual de Windows; y con ellos
son posibles muchas combinaciones que nos dan realidades más allá de cada uno
de ellos.
Estamos inmersos en un proceso electoral de un año de duración.
Hay quizás bastante consenso en que la realidad del bipartidismos tradicional
nos ha llevado a una situación que la mayoría del pueblo considera debe ser
cambiada, y tenemos el reto, la responsabilidad, de efectuar ese cambio con
nuestro voto, cada uno de nosotros, pero también –en mi opinión- con acuerdos
de objetivos por parte de los elegidos en cada partido y convocatoria.
Estamos a una semana de la votación definitiva para ratificar,
o no, a Susana Díaz como Presidenta de Andalucía. Creo que nadie pone hoy en
tela de juicio su derecho popular a dicho nombramiento; pero necesita la aprobación
del resto de elegidos en las elecciones. Y ¿cuánto se está hablando de
diferencias programáticas de gobierno –o de posibles acuerdos- para tomar una u
otra decisión? Yo estoy seguro que algo sí habrán hablado entre los principales
líderes de los otros partidos; pero lo que realmente sale a la luz de los
medios cada día es la exigencia previa de que “Susana Díaz exija la dimisión de
Chaves y de Griñán” por su posible implicación en la trama de los ERES.
Mi opinión es que si no hubiesen estado de por medio el
resto de procesos electorales que tenemos por delante, y los vaivenes de
evolución de previsiones de voto por los diversos partidos, el acuerdo se
hubiera alcanzado. Pero en estos momentos “todo vale”. ¿Por qué “exigir” a
Susana Díaz una decisión de otras personas?, ¿Por qué estas personas Chavez y
Griñán no toman ya la decisión de dimitir, si el beneficio que iban a dar al
PSOE y a Andalucía es indudable? ¿Por qué no es posible aplicar la filosofía de
acuerdo del gran Julio Anguita de “programa a programa”?
El pasado 10 de Febrero escribí en un artículo, que me
parecía un error estratégico tremendo por parte de Podemos no haber sacado de su
estructura a Carlos Monedero. Desde entonces las cifras de esta formación van
dándome la razón. En el mismo periodo, los nuevos “creadores” de Ciudadanos van
recogiendo adhesiones de aquí y de allá; y UPD, el único partido que desde hace
varios años fue valiente y se ha mantenido independiente y luchador contra los
dos grandes poderosos, sufre una crisis y desintegración realmente preocupante.
Existía la posibilidad de cuatro colores ofreciéndonos
una panorámica diferente: pero estos colores deben comprender cómo se necesitan
los unos a los otros y lo que pueden hacer en común. España, Hispania, Iberia,
siempre ha sido tierra de taifas y reyezuelos territoriales. Quizás llevemos en
la sangre, en nuestros genes, la incapacidad de la empatía, de ver a los otros
como posibles colaboradores en vez de enemigos a los que derrotar. La avaricia
y el desprecio a los demás van muy unidos; pero lo que ya es insostenible es
que la envidia (pecado capital de los españoles según José María Pemán) y el
rencor y la venganza sean los que deban decidir las cosas.
Quizás mis 69 años me hacen ver las cosas muy diferentes
de los jóvenes indignados de 20; quizás haya superado la sensación de hastío de
los que a los 40 ven que “todo sigue igual”; quizás ya no tenga la posición y
recursos de los que pretenden hacer una nueva política “empresarial”; …quizás, sin más haya vuelto a
descubrir que sin filosofía, sin ética, sin valores, el individuo, los pueblos,
la sociedad avanza sin freno hacia su autodestrucción. He repetido mil veces la
misma idea: es muy difícil que cada uno de nosotros podamos cambiar el Mundo;
pero es evidente que podemos cambiar el mundo que ofrezcamos a los que nos
rodean; es evidente que podemos ofrecernos a los demás de una forma u otra;
aportándoles comprensión, alegría y apoyo, o aportándoles resentimiento y
enfrentamiento. ¡¡¡¿por qué no nos entendemos?!!!; cualquiera de las próximas
elecciones ¿van a cambiar en algo la forma de ser, de comportarnos, de esta
sociedad?; si no cambiamos nosotros antes, ¿cómo podemos esperar cambios en los
que ejerzan la política y la gestión económica, social, sanitaria, educativa, etc..?
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