Hoy se cumple el 75
Aniversario del fusilamiento de “Las Trece Rosas”,
que es el nombre colectivo que se le dio
a un grupo de trece jóvenes, la mitad de ellas miembros de las Juventudes
Socialistas Unificadas (JSU), fusiladas por el régimen franquista en Madrid, el
5 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil Española.
Sus edades estaban
comprendidas entre los 18 y los 29 años. Y su único delito fue el tener el coraje de
enfrentarse al poder dictatorial de las huestes franquistas y falangistas.
Franco había ganado la guerra y tenía el poder para someter a todo el que osase
enfrentarse a él.
El 6 de Agosto de 1945,
EE.UU lanzó la “Little Boy”, la primera bomba atómica sobre Hiroshima, que destruyó todo atisbo de vida, mató
directamente a 100.000 japoneses inocentes, y cuyas secuelas físicas y
psicológicas nunca han finalizado. Fue una aplicación sin límites racionales al
poder de la fuerza, al poder del más fuerte sobre el más débil
Acabamos de asistir
durante el presente verano a una de las periódicas masacres que los israelíes
aplican sobre el pueblo palestino, bajo falsos mensajes mediáticos del derecho
a la autodefensa, y a la aplicación falsa y maquiavélica de “venganza” por un
secuestro que no se había producido. Y
sin que la comunidad internacional mueva un dedo para evitarlo, más allá de
palabras bonitas
Es otro ejemplo más de
a dónde lleva la aplicación irracional e inhumana del poder sobre los más
débiles.
Finalmente, para no
cargar más tétricamente este artículo en el blog, quiero hacer un recordatorio
sobre las consecuencias en nuestro día a día de la violencia de los “machos”
humanos sobre las mujeres y los niños.
Acabamos de conocer que
la ONU ha impuesto una condena al estado español, y unas severísimas
obligaciones de revisión del proceder de nuestra justicia y sistemas de
protección, por la lucha de una madre que sufrió el asesinato de su hija a
manos de su maltratador padre, y a la que la policía y la justicia española no
le habían hecho el más mínimo caso a pesar de las 30 denuncias presentadas y
demanda de solicitud de amparo para que se le prohibiese al padre las visitas a
la hija.
No podemos arreglar todo
esta retahíla de violencia recordada, y -con seguridad- ninguna ni ninguno de los que leáis este
artículo os identifiquéis con los canallas que ejercen este tipo de
violencia; pero…. ¿cuánta violencia
ponemos en nuestras relaciones habituales?.
Yo pienso que nuestra vida de relación es -hoy en día- un difícil equilibrio entre odio
y amor, entre dulzura y violencia, y, desgraciadamente, parece mucho más fácil
que la balanza se incline de un lado que del otro.
A mí, cada día, me
alucina ver y escuchar cómo ¿”se habla”?
la gente; con qué violencia se discute y se trata de imponer las propias ideas,
sin apena escuchar qué nos está diciendo el otro, y sin tratar de comprender
sus razones.
Quizás no estemos
fusilando a nadie; quizás no estemos lanzando ninguna bomba; y quizás no
estemos maltratando a base de puñetazos a nuestras personas más cercanas; ….pero
¡¡qué bueno sería que nos parásemos a meditar delante de esta imagen de la
armonía y pensásemos si utilizamos más una pluma o una piedra.
No somos mejores que
otros por no ser asesinos. Solo seremos mejores si sembramos a nuestro
alrededor comprensión y amor; y para eso, el primer paso, es la humildad y el
abandono de la prepotencia. Hemos creado una sociedad en que el humilde es
despreciado. Hay que ser poderoso …y hay que acabar con los que intentan
oponerse a esta cultura.
“Las Trece Rosas” fueron valientes, y se rebelaron contra
ese poder destructor. Nosotros, cada uno de nosotros, tenemos que rebelarnos
contra la posibilidad de que anide en nosotros esa cultura de la incomprensión,
del abuso, de la prepotencia, del odio. Es nuestra batalla, y todos y cada uno
de nosotros tenemos la victoria asegurada. Basta con decirnos cada día: “hoy voy a dar amor a mi alrededor”.
Vídeo construido con la
canción “Hasta siempre, Tensi” , del grupo Barricada, e imágenes de la
película “Trece Rosas”, de Emilio
Martinez Lázaro, estrenada en Octubre de 2007
Tienes razón al decir que la mayoría no somos asesinos porque no ponemos bombas, ni maltratadores porque no estamos pegando constantemente a nuestro alrededor o a las personas queridas...si es así, pero a veces, las palabras hacen más daño que las bofetadas, los gestos, los desprecios, la humillación y cualquier comportamiento similar. Y eso hay que trabajarlo desde casa y los colegios y desde que los niños entienden al adulto que les habla porque eso que hagamos con los más pequeños puede ser bueno o malo para ese niño o niña cuando se haga mayor. No se le puede enseñar con gritos y malas maneras. Un profesor no puede pedir respeto a un alumno cuando él mismo se lo está perdiendo a él, un padre o madre no puede enseñar a un niño que no debe gritar a la gente y debe escuchar cuando ellos mismos son los primeros que le gritan a él. Hay que ser valientes...como las tTrece Rosas que lo fueron y mucho en esa época y siendo mujeres, hay que aprender de ellas. Son un buen ejemplo.
ResponderEliminarCreo que si en estos momentos ya nunca más escribiese nada en el blog, éste hubiese merecido la pena, ha cumplido su objetivo: que personas como tú aporten ideas complementarias a lo que a mí se me ocurra escribir, pues en comentarios como este tuyo se encierran quizás muchos más valores que en el conjunto del artículo. Gracias Begoña
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