Hace un par de meses estaba con Fidelio y nuestro grupo de amigos habitual
tomando unos montaditos en un bar de nuestro entorno, cuando en la mesa de al
lado los cuatro chicos gays que había comenzaron a reírse a carcajadas y todos
centramos las miradas en ellos.
Por tan simple motivo la conversación dio un
giro hacia “ese tipo de personas” hasta que salió la frase que me motiva este
artículo. Una persona del grupo dijo: “¿Y por qué un chico se hace gay o una
chica lesbiana?”
En primer lugar hemos de respondernos a una pregunta
básica: ¿Se “nace” o se “hace” uno/a
homosexual?
Con independencia de que esta pregunta está analizada y
debatida como tal en todo tipo de trabajos más o menos científicos y en
múltiples foros en Internet, yo voy a dejar aquí apenas tres o cuatro
consideraciones al respecto.
En primer lugar, considero que si bien la pregunta se
puede plantear tal cual, en el fondo es un planteamiento equívoco pues la “o”
debe ser sustituida por “y/o”, ya
que “el nacer” está centrando el tema
puramente en los aspectos anatómicos, fisiológicos y antropológicos del momento
inicial del parto, mientras que el “se hace” está refiriéndose a decisiones o
comportamientos de la persona a lo largo de los años y abarcando tanto aspectos
físicos como psicológicos y emocionales.
Además, y centrándonos un poco en el contexto del grupo
de amigos citado, deberíamos aclarar antes de nada si por homosexualidad
entendemos “atracción emocional por personas del mismo sexo”, “pensamiento o
sentimiento” según las pautas (sociales) de un determinado género, o “relaciones sexuales con personas del mismo
género”
Con este planteamiento básico inicial, debemos recordar
que “el tercer sexo”, o “tercer género”
está científicamente admitido
Los términos
tercer sexo y tercer género sirven para describir individuos que se considera
que no son hombres ni mujeres …... El estado de no ser ni masculino ni femenino
puede entenderse en relación al sexo, rol genérico, identidad de género u
orientación sexual del individuo. …. un tercer sexo o género puede representar
un estado intermedio entre hombres y mujeres, un estado en el que se es ambos, o bien un
estado en el que no se es ninguno, la habilidad de cambiar de género, o una
categoría del todo independiente de lo masculino y lo femenino. …… También es utilizado por muchos grupos, e
individuos, para describirse a sí mismos. En Occidente, las personas lesbianas, gais,
transgénero e intersexuales han sido descritos como pertenecientes a un tercer
sexo o género, aunque algunos ponen objeciones a esta caracterización.
(Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Tercer_sexo)
En el programa “La Noche Temática” de TVE hubo dos
interesantes documentales sobre este tema: "La ciencia de los sexos"
y "Mi aventura intersexual". De ellos, podemos recordar lo siguiente:
¿Hombre o mujer? ¿Masculino o femenino? La identidad
sexual de muchas personas no está definida. Para algunos la categoría básica de
sexos no se corresponde con su realidad. ¿Cuántos sexos hay realmente? Los
intersexuales o hermafroditas tienen órganos sexuales masculinos y femeninos.
En algunos casos, se descubre al nacer, otros más tarde y a veces, nunca.
A las siete semanas de la gestación los cromosomas
determinan el sexo del feto. La mujer XX y el hombre XY, pero en ocasiones
ocurre algo diferente y los cromosomas marcan XXY, son los 'intersexuales'.
Este hecho queda reflejado físicamente, los niños nacen con los dos sexos.
Nadie dispone de cifras exactas, pero según algunos
cálculos, la frecuencia de nacimiento de una persona intersexual puede llegar a
ser de una por cada 250. Si tenemos curiosidad por saber con qué frecuencia nos
cruzamos con alguien intersexual, podemos pensar que es con la misma frecuencia
con la que nos cruzamos con un pelirrojo. Es tan habitual cruzarse con un
pelirrojo como con un intersexual.
Muchas veces la identidad sexual va más allá de cuestiones
puramente físicas. Para algunas personas viene determinada por su forma de
pensar. Estudios recientes han descubierto que los hombres transexuales y las
mujeres heterosexuales tienen una estructura similar en la región del cerebro
relacionada con el sexo, es decir, el hipotálamo. No hay ninguna estadística
precisa sobre el número de transexuales en todo el mundo. En los Estados Unidos
se estima que el 1% de la población es transexual, cerca de tres millones de
personas, pero mucha gente cree que esta cifra se queda corta.
Cuando nace un bebé con ambos sexos hay que tomar una
decisión, los cirujanos tienen que extirpar uno de los sexos. Dependiendo del
tamaño del pene o el clítoris decidirán si serán hombre o mujer. En muchas
ocasiones no corresponde con la realidad.
Y dos hechos
de Derecho Positivo Internacional
- En noviembre pasado, Alemania se convirtió en el primer país que no considera necesario especificar el sexo en los documentos de identidad de los recién nacidos. Esta decisión permite que no se opere al nacer a los bebés intersexuales (que poseen atributos masculinos y femeninos) y se decida así su género, como sucede en España.
- El Tribunal Superior de Australia ha determinado que una
persona puede ser registrada como perteneciente a un "género neutro",
ni masculino ni femenino, convirtiéndose así en uno de los pocos países que
reconocen el denominado "tercer sexo".
Una vez efectuado este pequeño recordatorio inicial me
quiero centrar en la frase concreta que se planteó en nuestra reunión : “¿por
qué uno/a se hace gay/lesbiana?”. Y lo
quiero plantear así porque mi amigo Fidelio, con su especial forma de ser, me
dijo directamente a mí: “¿quieres un por qué?, ¿quieres un por qué para ponerlo
en tu blog?, pues habla con Luchi”.
Luchi es una amiga común, que a estas alturas de su vida
de 40 y tantos años se declara claramente como lesbiana, a pesar de haber
tenido varias relaciones heterosexuales a lo largo de su vida.
Siguiendo el consejo de mi querido Fidelio (como casi
siempre hago) hablé con Luchi, planteándola el tema tal y como lo habíamos hablado
en el grupo. Ella me miró a los ojos durante unos minutos, yo creo que pensando
si debía decirme lo que pensaba o no, y mi primera impresión fue la de que
existía en ella una absoluta falta de confianza, o valoración positiva de los
hombres, en general. Le recordé de nuevo la razón por la que estaba allí, la
recomendación de nuestro común amigo, y pareció decidirse ya a hablarme del
tema.
Antes de seguir quiero salir al paso, de nuevo, sobre el
enfoque básico de este Blog. Casi todos los blogs suelen estar centrados en un
tema concreto: cocina, deportes, motos, política, religión, etc… El Blog
Universidad de la Vida es otra cosa. Es un batiburrillo de temas, con tanta
variedad y complejidad como la vida misma. Ya he comentado varias veces si
tiene, o no, un nivel científico y cierto o son todo simples opiniones
particulares. Pues bien, este Blog es
-por encima de todo- un soporte de opinión y colaboración. Los temas y
las opiniones se aportan tal cuales, y la línea filosófica del Blog es
principalmente la del “Crecimiento personal”, es decir: la posibilidad de que
cada cual lea, sienta, medite y saque sus propias conclusiones de lo que aquí
se diga.
Y he querido poner este párrafo anterior porque lo que
voy a transcribir a continuación son básicamente las experiencias propias, y
concretas de una persona, Luchi, sin que por ello puedan considerarse verdades
científicas en absoluto. Pero, al final del artículo, sí planteo alguna
pregunta que sí creo pueden llevan algo de certeza y validez en su
cuestionamiento
Pues bien, he aquí, con unas u otras palabras, la
historia de Luchi:
Lo primero que me dijo Luchi fue lo siguiente: Carlos, tú
sabes que nosotros somos tres hermanas y un hermano. Mi hermana mayor (C) desde
que supo comprender las palabras entendió que “sólo tenía que hacer lo mismo
que su madre”. A mi segunda hermana (J) mi padre le puso al nacer el cartelito
de “criada de todos”. Después está mi hermano (L) al que mi padre “le regaló, y
le condenó” a ser su propia prolongación. Y finalmente estoy yo que -como bien
sabes- siempre “le sobré a mi padre”
Mi padre, ese señor decimonónico y déspota para el que
las mujeres no somos nada más que un coño, una muñeca con la que pasear y
exhibirse, o mano de obra súper barata y sin derecho alguno. La mano de obra
despreciable, ¡¡mejor dicho: despreciada!! la tuvo siempre en casa. El coño y
las muñecas las tuvo constantemente donde le dio la gana.
Mi madre, y mi hermana (C) fueron esas esclavas calladas
y sumisas incapaces de enfrentarse a esa situación. Cuando mi hermana se
casó…., perdón, cuando mi padre casó a mi hermana con (T) nunca olvidaré la frase que le oí a mi
padre al final de la ceremonia, les dijo: “Y ya sabéis que estaréis en mi casa
hasta que nazca vuestro primer hijo; si es niño será mi primer nieto y podréis
seguir viviendo aquí. Si es niña, os iréis a vuestra propia casa”.
Mi hermana J y yo nos llevamos cinco años. Como te he
dicho ella era “la criada de la casa”.
Era bastante sumisa y lo aceptaba sin problemas especiales. O quizás, para ser
más exacta, era “práctica”, no enfrentándose a nuestro padre pero siendo capaz
de encontrar sus propios momentos de libertad. Ella sabía que “cumpliendo” los
mínimos exigidos por mi padre él no se metería con el resto de su vida; no le
importaba lo más mínimo.
Yo no existía para nada, salvo para cubrir “su buena hoja
de servicios”: él tenía que seguir siendo un “padre ejemplar” a los ojos de los
demás, por lo que nunca me faltó nada para mis estudios y para mi vestir y diversión.
Nunca me dirigió la palabra, ni me preguntó cuales podrían ser mis deseos o mis
preocupaciones.
Mi vida se realizó, pues, fuera de mi hogar y con el
apoyo y connivencia de mi hermana J. Con ella viví mis primeras salidas a
discotecas, mis primeros encuentros con chicos, y todo lo que la vida me tenía
que ir aportando. Pronto descubrí que mi hermana era muy atractiva y sensual,
tanto para los chicos como para las chicas. Un día fuimos a una fiesta en casa de
unos amigos y fue la primera vez en que yo viví una experiencia completa, y en
grupo; y te confieso, Carlos, que ya en esta primera ocasión descubrí el poder
de seducción que las chicas tenemos y lo que los hombres son capaces de hacer
por unas tetas o un coño, lo que contrastaba tremendamente con la idea de
relación hombre-mujeres que yo había conocido en casa.
Durante cierto tiempo tuve relaciones con varios chicos,
en los que siempre me encontraba uno de estos dos tipos: o el que no sabía qué
hacer y lo tenías que hacer tú todo, o el que se creía que era él el único que
sabía lo que había que hacer y no daba la más mínima posibilidad de opinar y actuar
como yo desease.
Sucedió entonces un hecho definitivo en este camino del
tema que me has preguntado. Resulta que mi hermano, que ya tenía 22 años, fue
“cazado” por mi padre en una conversación telefónica con un amigo en el que, al
parecer, no cabía duda de ciertas inclinaciones o prácticas homosexuales entre
ellos. Mi padre no podía tolerar aquello; o más exactamente: no podía “aceptar”
aquello: no podía aceptar que su hijo fuese homosexual. Tenía que “resolver”
ese “problema”. Así que lo primero que se le ocurrió fue tener “una
conversación de hombre a hombre” tratando de “reconducir a mi hermano a “la
senda correcta”. Pero mira por donde mi hermano le salió respondón y le
contestó, ni más ni menos, soltándole la siguiente frase: “No quiero acabar convirtiéndome
en un negrero como tú”.
Mi padre, que como muchos hombres prepotentes y tiranos
se cagan pantalones abajo cuando alguien se les enfrenta, no tiró la toalla tan
fácilmente y no se le ocurrió otra idea más descabellada que en el cumpleaños
de L, un mes más tarde de aquel suceso, organizarle una fiesta “exxxpecial”,
con “señoritas” muy elegidas y “contratadas” especialmente para que no parasen
de follárselo y darle todo tipo de placeres.
A esta fiesta no
asistimos ni J ni yo (ni por supuesto C), por lo que no puedo decirte con total
exactitud lo que pasó, aunque sí sabemos que no acabó bien para los objetivos
de mi padre; y esto es así porque al día siguiente tuvieron una gran discusión
mi padre y mi hermano, de la que quiero transmitirte una frase que mi hermano
dijo y que es importante para lo que me has preguntado; fue la siguiente: “Ya
sé muy bien para qué sirven las mujeres; tú me lo has enseñado cada día; y para
que mi pene tenga gusto en un agujero no es necesario un coño, hay otros”
Al día siguiente mi hermano comenzó a vivir sólo su vida
de relaciones homosexuales.
Aquello fue un verdadero tifón en nuestra familia. Todo
se fue al garete. Todo se puso patas arriba. El caos total reinó ya en aquella
casa para siempre.
Pero, por lo que al tema respecta, la situación
evolucionó de la siguiente forma: hablando con mi hermana J de lo que había
pasado, y de la frase concreta de mi hermano, a mí se me ocurrió preguntarle lo
siguiente: “J, L dijo que él no necesitaba un coño para meter su pene, ¿y nosotras
cómo sustituimos al pene?, ¿podemos encontrar el mismo placer sin un
hombre?” J me miró con suma ternura, me
dio un abrazo y me dijo: “no te preocupes, en unos días lo comprobarás por ti
misma”
Y así fue, en apenas un par de semanas mi hermana me preparó
una fiesta sólo con chicas. Una fiesta en la que he de decirte que lo primero
que me sorprendió fue que entre las asistentes había también amigas mías (y no
de mi hermana) y una señora casada, vecina nuestra. Esto me dio a la vez una
cierta tranquilidad y una cierta desazón o nerviosismo porque no veía claro por
dónde iban las cosas.
Bien, no tengo
para qué extenderme en detalles de la fiesta. Lo único importante es que allí
descubrí varias cosas fundamentales:
- que la ternura amorosa que recibí de aquellas mujeres fue cien veces mayor y más sincera que la de los hombres que había conocido hasta el momento
- que el entendimiento de lo que estamos pensando, sintiendo y deseando no necesita palabras, preguntas ni explicaciones
- que podíamos encontrar el clímax del placer sexual sin necesidad de penetración de pene alguno
- que si queríamos penetración había sustitutivos mucho más placenteros que la mayoría de los penes
- Y ¡¡ sobre todo, que nos evitaba cualquier sensación de dominación y sometimiento !!
Y acabó Luchi su narración con estas palabras: “Carlos esta es mi historia; por esto yo soy lesbiana: no por el simplismo de “que me gustan las chicas”, sino porque odiando todo lo que de poder y sometimiento hay en los hombres he encontrado que para el puro placer sexual no los necesito para nada”.
La historia de Luchi me parecía que por sí misma bastaría
para poder ofrecer unos cuantos “por qués” de que algunas chicas (o muchas, …o
todas) sean lesbianas; pero sentía que se me quedaba el tema un poco cojo sin
la contraparte de los hombres; así que como para esto no necesitaba la
recomendación de nadie por parte de Fidelio, me puse a hacer “prospección de
campo” y lo hice escuchando planteamientos diferentes pero también preguntando
directamente las ideas y opiniones expuestas en la historia de Luchi. ¿Y qué me
encontré?
En primer lugar creo que sí podemos aceptar como una de
las causas de la homosexualidad masculina el rechazo a la “fuerza bruta, y
déspota” del padre hacia las mujeres de la familia. Es la reacción de L, el
hermano de Luchi: “No querer ser el negrero que era su padre”.
Otra causa que he encontrado a menudo es que algunos de
estos chicos “se han sentido muy débiles” ante ese entorno familiar, y han
tendido a un encuentro con personas “como ellos”. No se sentían identificados
con el rol de hombre que imponía su padre, y consideraban que, por eso, no eran
adecuados para “conquistar” (dominar) a la mujer.
Otro grupo que creo haber identificado es el del
“machismo” “anti-feminista”: Es el grupo
de los que piensan que “las mujeres no traen nada más que problemas”, “las
mujeres sólo quieren sacarte la pasta”, “a las mujeres es imposible
entenderlas”, etc… ¡¡y, además, no las necesitamos para nada sexualmente.
Finalmente, quiero comentar el grupo de los “musculitos
de gimnasio”, un colectivo gay sin duda relevante. Este grupo a mí siempre me
ha llamado la atención. Teóricamente las mujeres van al gimnasio para ponerse
con unos cuerpecitos impresionantes para conquistar y seducir al macho más
guapo (filosofía que he comprobado personalmente en Colombia por ejemplo); y
probablemente muchos hombres van al gimnasio para lograr lo mismo cara a las
mujeres. ¿Por qué entonces se dan tantas amistades gays entre los hombres que
meten tantas horas de gimnasio?. Se me ocurrió hacer esta pregunta a varias
mujeres en diferentes gimnasios, e incluso fuera de los gimnasios, y ¿sabéis
cuál fue una de las respuestas más común? : “Porque se dan cuenta que a las
mujeres en realidad no se nos conquista con los músculos y al final se dan
cuenta que no gustan nada más que a los que son como ellos”
Esta idea de “unirse”, “refugiarse” en los que son como
ellos creo que también puedo afirmar que la he comprobado en varios casos. A mí
me ha dado la impresión de que las mujeres lesbianas se identifican más con las
mujeres en general, como género, mientras que en los hombres gays hay mucho “colegismo”, parece que encuentran su fuerza y
su seguridad en los que son del mismo equipo, oyen a los mismos cantantes, van
al mismo gimnasio o se musculan y perfilan de la misma manera
Bien. Para dar
satisfacción al reto que me lanzó mi comprometedor amigo, hasta aquí una serie
de datos, historias y opiniones de algunos posibles por qués de estas
conductas. Pero yo ahora quiero que volváis a leer el título de este artículo:
“Gays y lesbianas.- Un por qué necesario?”.
¿Cuántos de nosotros nos
preguntamos cada día “¿por qué hay gente del Madrid o del Barça?”; o ¿por qué hay gente que lleva vaqueros verdes,
o rojos?; o ¿por qué hay chicas que van siempre con sandalias y otras que lo
hacen siempre con tacones altos?; o ¿por qué unos quieren vino blanco y otros
tinto, o de Rioja o de Ribera?
¿Cuántos de nosotros nos parece oportuno el “día del
orgullo de los pantalones rojos”; o el del
orgullo de “los tacones altos”; o el del
orgullo de “los bebedores de tinto Ribera”….?
Yo no me preguntaría “¿por qué una persona es homosexual,
o se comporta homosexualmente?, ….lo que yo me preguntaría sería ¿por qué se
hace alguien esta pregunta?. ¿Por qué no
consideramos la homosexualidad con la misma normalidad que cualquier otra
opción personal como los pantalones verdes, las sandalias, o el blanco de
Rioja?
Para mí lo importante no es tanto el comportamiento
homosexual de una persona sino el que aún nos llame la atención, nos
preguntemos ¿por qué se comportan así?, o que haya que celebrar un día de su
“orgullo”. Podrían celebrar una fiesta como la de los amigos de las carreras de
caracoles o la de los decoradores de margaritas, pero la de su “orgullo”…???
Y vosotras y vosotros, ¿qué opináis?
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