Hoy os traigo, copiado
tal cual, el artículo publicado (con el título de referencia) por Victor
Küppers, en “SPORT DOMINGO”, del 13 de Abril de 2014, por considerar que nada
mejor se podría aportar para tomar consciencia de la importancia relativa de
las cosas, y aprender a distinguir lo que es realmente importante y lo que no
lo es, y enfrentarnos a nuestros falsos problemas y a los verdaderos dramas que
pretendemos ignorar
Este el texto del
artículo:
Un
amigo me dice: “esto es un drama, estoy hecho polvo”.
No le di con un palo en
la cabeza porque no tenía un palo a mano y porque él tiene muy poca cabeza.
Hay una tendencia en
muchas personas a hacer un drama de todo; sobre todo de chorradas; nos falta
relativizar los problemas y ser menos melones, no hacer un drama por todo y no
perder la alegría por tonterías.
Le propongo un
ejercicio muy sencillo: haga una lista de todos los problemas, todos; expláyese
y desahóguese. Cuando tenga la lista completa separe lo que son dramas de lo
que no lo son. La vida tiene dramas, claro que sí, y durísimos. Pero un drama
es un fallecimiento, una enfermedad incurable o no tener trabajo ni
expectativas de encontrarlo con tres niños en casa. ¡¡Eso son dramas!! Y los
dramas, por desgracia, no siempre tienen solución. Hay que sufrirlos y sólo el
tiempo atenúa el dolor, pero siempre se vive con el agujero. Cuando uno tiene
dramas en su vida tiene todo el derecho del mundo a no sonreír ni transmitir
alegría, ¡solo faltaría!.
Pero los que no tenemos
dramas en este momento, no tenemos problemas, tenemos circunstancias a
resolver, que es otra cosa, y no tenemos derecho a perder la alegría, debería
ser un pecado mortal contra la justicia, especialmente cuando hay tantas
personas que sufren tanto. Los que no tenemos dramas estamos, en primer lugar,
para ayudar a los que sí los tienen, no vale mirar para otro lado, y en segundo
lugar, lo mínimo que se nos puede pedir es valorar lo que va bien y no exagerar
los problemas.
Yo no quiero decir que
haya que ser conformista y resignarse, no, no, hay que ser beligerantes, luchar
contra las injusticias, pero es compatible con valorar lo que va bien y no
hacer un drama de lo que no. De lo contrario, uno se vuelve intransigente,
quejica permanente, y se enfada si la tortilla está fría, si se desconfigura el
móvil, o si me ha tocado ventanilla en vez de pasillo.
Una derrota del Barça
en Champions es un disgusto, grande, pero no deja de ser más que un problema
menor, una circunstancia a resolver. Nunca un drama. Muchas veces al día
deberíamos preguntarnos: “por qué no voy chutado?, ¿qué me quita la alegría?”,
para no empanarnos con macanadas y aprender a relativizar los problemas, porque
los hay y muy gordos, ¡¡pero son de otro
tipo!!
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