El día que acabó la crisis
Artículo publicado por Concha Caballero, en EL PAIS, el 19-01-2013
Un buen día del año 2014 nos
despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Correrán ríos de
tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos
harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay
síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que
depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a
poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen
día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara
de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas
las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por
supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la
imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca
ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán
puesto punto final a esta crisis estafa -mitad realidad, mitad ficción-, cuyo
origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y
contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen
día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites
tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor
determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones
para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a
la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva
de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y
amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis
habrá terminado.
Un buen
día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya
conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar
rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando
nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos
cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones
sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros
privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen
día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la
estructura social y todos -excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en
cada sector-, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo
en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros
y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán
que la crisis ha terminado.
Nunca en
tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado
para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y
extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había
conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en
este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los
combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso,
no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella.
Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más
cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan
fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De
momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a
sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco
más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá
y voilà: su obra
estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero
nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán
el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de
nuestra rendición.
-.-.-.-.-.-.-.-
Ah, y añado yo, ese día también nos anunciarán que se acercan las próximas elecciones y que volvamos a votarles a ellos que son los únicos que "saben lo que hay que hacer", y "que hacen las cosas como Dios manda"
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