Adaptado de Graciela E. Prepelitchi – Buenos Aires –
Argentina
Se ha calculado que cerca del setenta y cinco por
ciento de la gente en nuestra cultura tienen una orientación de personalidad de
“locus
externo”. ¿Y qué quiere decir esto?
Esto quiere decir que esas personas responsabilizan de
su estado emocional a alguien o algo externo, que está fuera de sí misma.
Son personas a las que si les preguntasen “¿por qué te
sientes mal?” contestarían más o menos con respuestas como: “mis padres me tratan
mal”, “ella me ofendió”, “mis amigos no me quieren”, “no tengo suerte”, “las cosas no van bien”, etc.
Igualmente, en el plano positivo, si les preguntaran “¿por
qué eres tan feliz?”, contestarían con respuestas del tipo: “mis amigos me tratan muy bien”, “tengo mucha
suerte”, “nadie le da por fastidiarme”, “todo se lo debo a ella”, etc…
En ambos casos, estás personas están dentro de un
marco de referencia externo atribuyéndole la responsabilidad de lo que sienten
a alguien o algo que está fuera de ellas.
Por el contrario, las personas que tienen un “locus de control interno” son las
que colocan firmemente sobre sus propios hombros toda la responsabilidad por lo
que ellas mismas sienten.
Son personas que al contestar a las preguntas que
poníamos antes, responderían en los siguientes términos: “lo que me digo a mí
mismo es un error”, “le doy demasiada importancia a lo que dicen los demás”, “me
preocupa lo que pueda decir la demás gente”, “no soy lo suficientemente fuerte
para evitar hacer lo que hago” o “no tengo habilidad suficiente para salir de
la situación en la que me encuentro”. O, en términos positivos: “Yo trabajé
duro para ser feliz”, “yo he logrado que las cosas me funcionen”, “me estoy
diciendo a mí mismo cosas positivas”, “yo soy responsable de mí mismo y es aquí
donde quiero estar”.
Así pues hay una cuarta parte de la gente que asume la
responsabilidad de sus propios sentimientos y el resto le echa la culpa de los
mismos a causas externas.
Es cierto que las normas y las tradiciones sociales
son impuestas por fuerzas externas; y es cierto que las circunstancias
económicas, políticas o ambientales (Naturaleza) provienen de algo o alguien
que se encuentra fuera de ti mismo. Pero si sólo te recargas de “debes” y eres
incapaz de romper con los convencionalismos prescritos por los demás, entonces
quiere decir que estás en el grupo de los “externos”, de los que “su
responsabilidad” la trasladan a los demás. Igualmente los fatalistas, los deterministas y la gente
que cree en la suerte.
¿Dónde encajas tú?
Nunca lograrás tu propia realización si persistes en
dejarte controlar por fuerzas externas o si persistes en pensar que eres
controlado por fuerzas externas.
El ser
eficiente y positivo no implica la eliminación de todos los problemas que se te
presentan en la vida. Lo que sí implica e importa es el mover el locus de
control del exterior al interior. De esa manera te responsabilizas tú mismo
personalmente de todo lo que experimentas emocionalmente. Tú no eres
un robot que manejas tu vida por control remoto, un control lleno de reglas
impuestas por otras personas y por reglamentos que no tienen sentido para ti. Tú puedes analizar más detenidamente estas “reglas” y empezar a ejercitar un
control interno sobre tu propio pensamiento, tus propios sentimientos y tu
propio comportamiento.
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